Empezó relacionando la energía con el nivel de desarrollo, señalando que aun no estando la energía en los objetivos para el milenio de la ONU, este organismo reconoce que para que este desarrollo se produzca es necesario un cierto nivel energético.
Sin embargo insistió en que esto no puede ser un argumento para justificar el sobre consumo actual, que es lo que nos llevó a que el consumo energético de origen fósil en los últimos 200 años nos había puesto al borde del agotamiento. Indicó también que este tipo de combustibles suponen más del 80% del consumo energético actual. Destacó además que 1/3 de la humanidad no dispone de este tipo de energía y tiene que recurrir a quemar leña.
En relación a este abuso de la energía de los combustibles fósiles auguró una duración del orden de 40 años para el petróleo, de 61 años para el gas natural y de unos 204 años para el carbón, teniendo presente la tecnología que hoy conocemos. Pero aquí puso el acento también en los cambios que están experimentando en el consumo las economías emergentes, destacando países como China que en 1983 tenía un consumo del orden del 6% y en la actualidad ya supera el 20%.
Explicó que estes elevados niveles de consumo de combustible fósiles son la causa de que pasáramos de un nivel de CO2 en la atmósfera de 280 ppm antes de 1800 hasta los actuales niveles comprendidos entre 380-400 ppm, sobre los que el IPCC establece una correlación directa entre aumento de emisiones y aumento de temperatura. Expuso que en los próximos 100 años, de seguir la situación actual se mantenga, el IPCC prevé que se dupliquen estos niveles y eso implicará del orden de 3ºC de aumento de temperatura global que en el caso de España, puede suponer el aumento de unos 7º C.
Situado así el escenario del cambio climático, abordó la situación de superación del limite de crecimiento que hemos establecido segun el Protocolo de Kioto, que nos permite un crecimiento anual de emisiones en el período 2008-20012 no superior al 15%, cuándo hemos superado el 50%, con tendencia progresiva en ascenso desde que firmamos el Protocolo, con una única disminución hasta ahora en el año 2006, pero que atribuyó a una serie de condiciones atípicas favorecedoras de la disminución del consumo y que coincidieron a lo largo del año: verano no muy cálido, invierno no frío y mucha pluviosidade anual. Señaló también que tenemos que ser mucho más ambiciosos en el nuevo protocolo, pasando de la reducción del 5% actual global puesta como objetivo a una reducción de más del 80%.
También indicó la situación atípica de España con una tendencia a aumentar la intensidad energética (consumo de energía/PIB) cuándo los países de la Unión Europea están disminuyendo esa intensidad energética. Dijo que esto significaba que nuestra economía se sustenía más en el hormigón y estaba a potenciar el aumento por emisiones difusas en la movilidad, cuándo en otros países de nuestro entorno estaban a potenciar otras modalidades de movilidad. Destacó también el papel del abuso de la electricidad, que segun expresó se ve favorecida por el bajo coste, lo que justificó con el dato de que una familia de 4 miembros está a pagar una media de 1,3€/día en el recibo eléctrico.
Esta situación la relacionó también con nuestra dependencia energética exterior, presentando la situación aun más preocupante, pues indicó que esta estaba reconocida oficialmente en un 80% pero indicó que el dato no era real, dado que se consideraba que no teníamos dependencia de la energía nuclear, porque se partía del supuesto de que nuestras centrales nucleares nos abastecen, pero sin embargo dijo que todo el uranio lo estábamos importando de Francia, porque tenemos el nuestro agotado. Segun esta argumentación concluyó que la dependencia real es del 90%.
A pesar de concluir de esta forma la situación no sostenible del uso de la energía, finalizó su intervención haciendo un llamamiento al optimismo por cuanto que previno una amplia capacidad de respuesta sobre campos como el ahorro y la eficiencia energética, la extensión del uso de renovables, la captura y almacenamento del CO2, la educación energética, el control de precios, la posibilidad de elegir valles de consumo para determinados usos, las posibilidades del hidrógeno como vector que ocupe el lugar de los carburantes derivados del petróleo, etc.