La conferencia se centró en la tesis de que el clima en el proceso de hominización no solo funciona como barrera y como camino, sino también como catalizador de cambios. Para defenderla, partió del pensamiento de Darwin, del que dijo que era un pensador que se mantuvo desde el siglo XIX hasta nuestros días como nº1 del pensamiento evolutivo. De él recogió la idea de que para saber cómo se desarrolló nuestra evolución, interesa contextualizarnos como primates. Por eso partió del principio de que la Antropología para esclarecer la hominización debe llevar esta comparativa al terreno de la anatomía y la embriología con un enfoque comparado, incorporando en la actualidad también el ADN.
Otra idea de Darwin a la que recurrió para la defensa de la tesis de su charla fue el mecanismo de la selección natural propuesto por Darwin, entendiendo este como el conjunto de factores que van a actuar como filtro. Las especies que se adaptan a estos filtros sobreviven. Sobre esta base de la selección natural, entró en otro concepto fundamental para la defensa de su tesis que es lo de especiación, haciendo referencia a que había muchos mecanismos por los que se podía producir la especiación, de los que destacó dos:
- Que la población original se escinda porque apareció una barrera. Dentro de estas barreras, por cercanía a su tesis, indicó que el clima supone una importante barrera en muchos casos de especiación.
- Que se produzca un cambio significativo en el ecosistema que suponga una ventaja para la selección de una serie de características frente a otras.
Sobre esta base de análisis evolutivo, caracterizó al género Homo como un género que consume carne en principio como carroñero y luego cómo cazador. La aparición de la caza, argumentó que implicaba un reto para las características del género por lo que debió ir asociada al aumento de la capacidad craneal que posibilitara el desarrollo de las habilidades técnicas necesarias para la construcción de herramientas y el desarrollo de estrategias de interacción social; pero sobre todo, sostuvo que la caza tuvo que tener consecuencias sobre el movimiento y la dispersión.
Por tanto estamos esta especie de Homo asociado a un nicho ecológico determinado por los hábitos carnívoros no arborícolas que tendría su origen hace unos 2,5 millones de años. Este nuevo nicho se vio favorecido por un cambio climático que lo seleccionó por su alimentación carnívora, su capacidad craneal y la mano prensora. La Antropología clásica sitúa en el Homo habilis africano la primera especie de este género. Este proceso iniciado hace unos 2,5 millones de años, dejaría a la primera especie del género Homo en clara ventaja frente a los coetáneos Austrolophitecus. Pero el registro fósil nos invita a pensar que esta especie no fue la que pasó a Asia, sino que posiblemente el primer homínido en hacer esta migración sería el Homo ergaster, que pudo llegar hasta hace 1,7 millones de años. En su existencia como especie pasaría de África a Asia y sería ya en ese continente donde surgiría el Homo erectus.
A partir de este momento, en la línea de su tesis de analizar el clima como barrera, como camino y como contexto de cambio en el proceso de hominización, la argumentación de la investigadora Martinón pasó a contrastar las recientes investigaciones de los registros fósiles en el continente euroasiático con las ideas clásicas sobre el proceso de hominización. Sobre este tipo de contrastes presentó la reflexión de fondo de cómo en vez de mejorar las teorías que no encajan en las evidencias, inicialmente las comunidades científicas usan las teorías para cuestionar las evidencias. Sin duda una tendencia a vigilar y poner en evidencia en una materia de divulgación académica de la ciencia frontera, como es Ciencias para el Mundo Contemporáneo.
La primera gran controversia de las investigaciones antropológicas contemporáneas en Eurasia con las teorías clásicas de la hominización, la situó en la República de Georgia. En ese perfecto cruce de caminos se encontró un yacimiento de homínidos de hace unos 2 millones de años. Indicó que allí apareció un homínido de una capacidad craneal de unos 600 c.c. más adaptado a la bipedestación que el Homo habilis. Esto sumado a que en yacimientos de Austrolopithecus garhi habían aparecido huesos cortados a modo de extracción de la médula, dato tecnológico que aproxima más de lo que se pensaba a estas dos especies, y abre así la hipótesis de que lo conocido hasta ahora como Homo habilis no sea el primer representante del género Homo. Esta hipótesis nos pone delante de la controversia de que esta especie del yacimiento de Georgia había podido tratarse en realidad de la primera especie del género Homo.
Esta especie conocida como Homo georgicus se sometió el análisis de las técnicas de la Antropología dental. Un análisis de este tipo aporta datos muy fiables por la cantidad de detalles que están presentes en estas piezas, por la estabilidad de las mismas a lo largo de la vida de los individuos y por su facilidad para la conservación. Los análisis mostraron a dicha especie como más primitiva que el Homo ergaster y el Homo erectus. Al mismo tiempo estas pruebas fueron reforzadas por otras de carácter geográfico, cronológico, anatómico y biológico. Por lo tanto, estas pruebas sitúan al Homo georgicus como precursor de los otras dos. Esto supone romper el pensamiento de linealidad geográfica en el proceso de hominización que, por otro lado, no tiene ninguna apoyo lógico, pues una especia originada en Ásia a partir de otras especies anteriores que procedían de África, puede volver a África y originar allí el Homo ergaster y el Homo erectus. La razón por la que el primer Homo abandonó África pudo deberse a que tuvieron que buscar la caza porque se había desplazado en esa dirección, por presión demográfica o que no tuvieron barreras geográficas ni climáticas.
Recientemente en Europa apareció otro yacimiento que amplió la visión clásica de la hominización. Se trata de los yacimientos de Atapuerca. Hasta ese momento el yacimiento de homínidos en Europa más antiguo estaba en Alemania con restos de homínidos de hace medio millón de años. En Atapuerca en el nivel TD6 de la Gran Dolima se encontró una población de entre 900.000 y 950.000 años con restos de fauna y de industria de nivel tecnológico 1. Con la información que se encontró se llegó a la conclusión de que era una época cálida y que los restos eran de individuos de entre 6 y 9 años procedentes de episodios de canibalismo. Se piensa que es una población de origen europeo, hipótesis que se ve reforzada por la existencia de una barrera climática en la zona del desierto del Sáhara más patente que la actual. Posteriormente en la Sima del elefante se encontró un resto humano de hace 1,3 millones de años muy parecido al Homo georgicus. Esta especie, conocida como Homo antecessor, se considera propiamente europea.
En Atapuerca encontramos también un importante registro de Neanderthales con una antigüedad del orden de 540.000 años de los inicios del Pleistoceno medio. El tipo de dispersión intencional de los cuerpos y la acumulación de restos de 5.000 fósiles en una galería de 8m x 4m invita a pensar que se trata de un enterramiento. Este yacimiento supone el 90% del registro de Neanderthais del Pleistoceno medio, y acabarían dando el Homo neanderthalensis clásico.
Los Neanderthais se acepta que son europeos sin discusión porque es donde aparecen los restos. En su configuración pudo tener una importante influencia el aislamiento derivado de las barreras climáticas originadas con la aparición de las glaciacións. Con estos fenómenos climáticos, los Pirineos y los Alpes pasan a ser auténticas barreras infranqueables que llevan a que las poblaciones de homínidos solo puedan vivir en algunos sitios, siendo la Península Ibérica un posible fondo de saco importante. En esas condiciones las poblaciones de Homo heildelbergensis fue la línea que llevó en el Pleistoceno superior, caracterizado por aislamiento persistente, al Homo neanderthalensis que con su extinción cerraría una línea evolutiva.
Con este ejemplo, María Martinón, concluyó su tesis, aprovechando para poner en valor los estudios interdisciplinares para reconstruir la hominización y la influencia sobre la misma de las barreras y caminos abiertos por el clima, destacando una vez la importancia que tiene contextualizar en ellos nuestra biología. Por eso finalizó la charla confirmando el postulado darwiniano de su inicio sobre la importancia de poner nuestra biología en comparación con la de los simios, concluyendo que somos primates jerárquicos, territoriales, muy sociales, para encontrar elementos propios como la tendencia a emigrar por todas las latitudes y la capacidad de tener memoria afectiva más allá de la cercanía que nos de la oportunidad de trazar complejas redes sociales.
Con esta charla magistral en la que defendió la tesis del "homínido emigrante que encuentra en el clima barreras y caminos" trasladó a un auditorio de más de 50 docentes asistentes al curso un importante conocimiento para aplicar la importancia del clima sobre nuestra especie, ilusionándolos al mismo tiempo por formar redes sociales capaces de encontrar caminos adecuados para dar las respuestas educativas al cambio climático para superar sus barreras.