Este vídeo publicado en Climántica TV recoge la intervención del catedrático de Economía Aplicada Fernando González Laxe en el simposio que desarrolló junto con el Catedrático de Ecología Emilio Fernández. Inició su intervención en el coloquio a partir de las alusiones que hizo el experto en Ecología sobre la Cumbre de Paris sobre cambio climático de diciembre de 2015, en la que en base a la diferenciación entre crecimiento y desarrollo, sostuvo que la cumbre de Paris quedó lejos de la realidad.
A continuación citó los tres ámbitos en los que puede aportar respuestas al cambio climático la Economía aplicada. En este campo citó tres grandes líneas de actuación: mitigación, adaptación y la estimulación de nuevos sistemas de producción, distribución y consumo. Sobre esta tercera línea expuso que era deseable pero que en la actualidad no estaba presente.
En este sentido apunto la relevancia de las aportaciones del Informe Stern (2007), quien postuló que los efectos del cambio climático tiene efectos perversos para las generacones siguientes, de tal forma que si no actuamos los efectos del cambio climático supondrían una incidencia económica peor que si no actuamos. Stern introduce así de lleno el cambio climático en la Economía aplicada, defendiendo que debemos actuar ya para que los efectos no sean peores.
Este planteamiento lleva a la combinación en la Economía aplicada de principios económicos con principios éticos. Desde entonces la ética pasa a ser cada vez más importante, tanto en las investigaciones como para generar nuevos comportamientos en el consumo y comportamiento económico de los ciudadanos en los grandes sectores económicos implicados: agropecuario, pesquero acuícola, marítimo portuario, recursos hídricos, suelo, biodiversidad, implicaciones económicas de los eventos extremos, de los desastres naturales y de los efectos de la salud.
A la hora de delimitar su ámbito de análisis, situó los dos grandes ámbitos que distinguen los economistas: lo que conoce el Economista, y por tanto no está en su ámbito directo de estudio (lo que denominan impactos biofísicos) y aquello que conocen, o consideran que pueden llegar a medir y estudiar con los métodos propios de la Economía.
En este ámbito propio de análisis económico del cambio climático, se centró en el objeto concreto de este simposio vinculado a los impactos expuestos en la intervención anterior por Emilio Fernández, para la temática económica que le tocaba defender. Se centró principalmente en los efectos de la subida del nivel del mar y del aumento de su temperatura, apuntados en la intervención anterior. En su argumentación siguiendo esta línea, se refirió a los efectos económicos sobre las infraestructuras costeras.
Sobre las implicaciones del aumento de temperatura sobre las especies oceánicas, sacó conclusiones desde el ámbito de su cátedra relativas a las implicaciones económicas sobre la acuicultura, apuntando la posibilidad de que las tendencias actuales acaben obligando a dejar en Galicia los cultivos de salmón y rodaballo, para centrarnos en otros que ahora tienen su ámbito en aguas situadas más al Sur, como la lubina y la dorada.
Defendió que las respuestas de la Economía al cambio climático se van centrar sobre todo en estrategias de adaptación como asumir costes, reducir pérdidas al mínimo, compartir pérdidas, proceder a cambio de actividades y de lugar del desarrollo de las mismas. Teniendo siempre presente que la tendencia de la globalización va a ser que haya más comercio, nuevos productos y una mayor liberalización (disminución de los obstáculos comerciales) en un mundo con importantes economías emergentes: está previsto que dentro de 5 años la Economía de China supere a la de EEUU y que en el 2040 se prevé que la India sea la primera economía del mundo. En base a todo ello justificó la tendencia actual de maritimización del comercio, hasta el punto de que el 90% del comercio se efectúa por vía marítima.
En ese sentido centró su aportación principal al simposio en la relevancia que en la actualidad tiene el transporte de mercancías a través del océano y las oportunidades que esta tendencia representa para responder al cambio climático, un sector que quedó excluido de los acuerdos de París porque emite poco: un 2,7% del total de las emisiones.
La promoción de este tipo de tráfico de mercancías se produce espontánea en la sociedad global con la mayor producción en Ásia, donde están 8 de los 10 grandes puertos, porque allí están los grandes centros de producción y distribución de esta economía global. Por tanto hay que centrar la atención para que ese fenómeno sea acorde con las respuestas al cambio climático.
Entre las principales conclusiones que aportó en esta línea de acomodar este tráfico a las respuestas que se demandan de la Economía para hacer frente al cambio climático destacó las siguientes:
A continuación citó los tres ámbitos en los que puede aportar respuestas al cambio climático la Economía aplicada. En este campo citó tres grandes líneas de actuación: mitigación, adaptación y la estimulación de nuevos sistemas de producción, distribución y consumo. Sobre esta tercera línea expuso que era deseable pero que en la actualidad no estaba presente.
En este sentido apunto la relevancia de las aportaciones del Informe Stern (2007), quien postuló que los efectos del cambio climático tiene efectos perversos para las generacones siguientes, de tal forma que si no actuamos los efectos del cambio climático supondrían una incidencia económica peor que si no actuamos. Stern introduce así de lleno el cambio climático en la Economía aplicada, defendiendo que debemos actuar ya para que los efectos no sean peores.
Este planteamiento lleva a la combinación en la Economía aplicada de principios económicos con principios éticos. Desde entonces la ética pasa a ser cada vez más importante, tanto en las investigaciones como para generar nuevos comportamientos en el consumo y comportamiento económico de los ciudadanos en los grandes sectores económicos implicados: agropecuario, pesquero acuícola, marítimo portuario, recursos hídricos, suelo, biodiversidad, implicaciones económicas de los eventos extremos, de los desastres naturales y de los efectos de la salud.
A la hora de delimitar su ámbito de análisis, situó los dos grandes ámbitos que distinguen los economistas: lo que conoce el Economista, y por tanto no está en su ámbito directo de estudio (lo que denominan impactos biofísicos) y aquello que conocen, o consideran que pueden llegar a medir y estudiar con los métodos propios de la Economía.
En este ámbito propio de análisis económico del cambio climático, se centró en el objeto concreto de este simposio vinculado a los impactos expuestos en la intervención anterior por Emilio Fernández, para la temática económica que le tocaba defender. Se centró principalmente en los efectos de la subida del nivel del mar y del aumento de su temperatura, apuntados en la intervención anterior. En su argumentación siguiendo esta línea, se refirió a los efectos económicos sobre las infraestructuras costeras.
Sobre las implicaciones del aumento de temperatura sobre las especies oceánicas, sacó conclusiones desde el ámbito de su cátedra relativas a las implicaciones económicas sobre la acuicultura, apuntando la posibilidad de que las tendencias actuales acaben obligando a dejar en Galicia los cultivos de salmón y rodaballo, para centrarnos en otros que ahora tienen su ámbito en aguas situadas más al Sur, como la lubina y la dorada.
Defendió que las respuestas de la Economía al cambio climático se van centrar sobre todo en estrategias de adaptación como asumir costes, reducir pérdidas al mínimo, compartir pérdidas, proceder a cambio de actividades y de lugar del desarrollo de las mismas. Teniendo siempre presente que la tendencia de la globalización va a ser que haya más comercio, nuevos productos y una mayor liberalización (disminución de los obstáculos comerciales) en un mundo con importantes economías emergentes: está previsto que dentro de 5 años la Economía de China supere a la de EEUU y que en el 2040 se prevé que la India sea la primera economía del mundo. En base a todo ello justificó la tendencia actual de maritimización del comercio, hasta el punto de que el 90% del comercio se efectúa por vía marítima.
En ese sentido centró su aportación principal al simposio en la relevancia que en la actualidad tiene el transporte de mercancías a través del océano y las oportunidades que esta tendencia representa para responder al cambio climático, un sector que quedó excluido de los acuerdos de París porque emite poco: un 2,7% del total de las emisiones.
La promoción de este tipo de tráfico de mercancías se produce espontánea en la sociedad global con la mayor producción en Ásia, donde están 8 de los 10 grandes puertos, porque allí están los grandes centros de producción y distribución de esta economía global. Por tanto hay que centrar la atención para que ese fenómeno sea acorde con las respuestas al cambio climático.
Entre las principales conclusiones que aportó en esta línea de acomodar este tráfico a las respuestas que se demandan de la Economía para hacer frente al cambio climático destacó las siguientes:
- Tendencia al transporte en grandes barcos contenedores, que cada vez serán más grandes (la tendencia actual está siendo que cada barco lleve más de 18.000 contenedores).
- Los puertos deberán ser de mucho calado y deben potenciarse aquellos que no superen determinados límites como que los vientos so superen los 20 nudos (10 m/s), corrientes de no más de 1 nudo (0,5 m/s) y olas de no más de 3 m.
- Los barcos deberán cambiar su combustible hacia el gas natural licuado, con menos emisiones. Los puertos deben prepararse para recibir el gas natural licuado y se debe fomentar el cambio de los viejos buques con muchas emisiones por nuevos buques que funcionen con el gas natural como combustible.
- La apertura de las vías que paradójicamente este generando el cambio climático con el deshielo del polo Norte, una por Rusia y otra por Canadá, que va a reducir las rutas actuales que se ven obligadas a buscar tres pasos geográficamente localizados: Panamá, Suez y Malaca.
