El profesor Urbano caracterizó las áreas costeras como espacios muy dinámicos en los que se conjuntan procesos naturales y antrópicos, en los que se dispone de recursos de los dos medios: oceánicos y continentales, y en el que se dan procesos de transporte, pero que también están sometido a riesgos procedentes de esos dos medios.
Los primeros riesgos en los que se centró fueron los riesgos sísmicos. En relación a ellos, señaló que en España las zonas sísmicas son prácticamente costeras, destacando las provincias de Granada, Málaga y Almería. Relacionó este riesgo con el de los tsunamis, ejemplificando esta relación en el tsunami derivado del terremoto de 1755, con efectos sobre todo en la costa oeste de la Península y con una destrucción de la zona del puerto del Lisboa, que dio lugar su reconstrucción con el modelos urbanismo con organización racional propio de despotismo ilustrado del siglo XVIII. Mencionó también el de 1969, cuyo epicentro se situó en la costa Sudoeste de la Península.
Pero indicó que los tsunamis en el Atlántico no tienen tanto riesgo como en el Pacífico, y situó cómo el mayor tsunami del Atlántico el de Escandinavia, que fue debido a corrimiento de sedimentos marinos debido que se acumularon en la plataforma durante la erosión glaciar originada durante la última glaciación. Sobre esta causa de formación de tsunamis, hizo mención al riesgo que se apuntó en los medios de que se pueda producir uno en la isla de La Palma por corrimiento de material volcánico; lo que tuvo unos efectos temporales sobre el turismo. Las otras dos causas de tsunamis que apuntó fueron los volcanes y los terremotos.
Aprovechó este concepto para referirse a los megatsunamis, caracterizados por olas muy grandes, con una altura máxima de medio kilómetro y de longitud máxima de un kilómetro. Ejemplificó este fenómeno con la catástrofe que se produjo por este motivo en la costa de la zona de los Alpes de Italia, donde una ola de estas, entró en un embalse y produjo cientos del víctimas en los pueblos de la ribera. Sobre la importancia de estas olas, hizo mención también a las consecuencias del impacto sobre la morfología de la costa, poniendo especial énfasis en el retroceso de los humedales costeros; y de las limitaciones que pueden suponer nuestros asentamientos, sobre todo con la construcción de diques y escolleras, pudiendo estas llegar a impedir esos retrocesos.
Dijo que otro riesgo muy vinculado también a nuestros asentamientos costeros, y que se va a ver incrementado con los efectos del cambio climático sobre la subida del nivel del mar, son las inundaciones fluviales como las que ocurrieron en Galicia en el año 2006. Hizo hincapié en la relación de estas inundaciones fluviales con los incendios del verano de ese año; que hicieron desaparecer la cobertura vegetal, lo que facilitó el arrastre de sedimentos, que afectaría de una manera especial a los bancos de marisqueo.
También se refirió al efecto de las olas por suma de mar de viento y mar de fondo, como los efectos sobre el paseo marítimo de A Coruña en el año 2009. Comentó así mismo la importancia de los huracanes y de los ciclones que pueden desplazarse desde latitudes tropicales y subtropicales hasta latitudes medias, como fue el caso del Hortensia del año 1984, con un importante impacto en la agricultura y en las viviendas de Galicia. Sobre este tipo de fenómenos extremos, reflexionó sobre lo que significa desarrollos urbanísticos como lo de la ciudad de Nueva Orleáns, que después de las últimas inundaciones del huracán Katrina en el año 2005, pasó de 800.000 habitantes a 500.000. Sobre esta ciudad, hizo mención a su situación estratégica tentadora para las relaciones comerciales interiores y exteriores, que la convierte de modelo de ciudad tan deseada por localización, como imposible por riesgos de inundaciones.
Otro tipo de riesgos asociados a zonas latitudinales concretas que mencionó fue los derivados del deshielo que se está produciendo en el hielo del polo norte. Puso ejemplos de efectos de choques de hielo sobre las costas de Canadá, Península de Escandinavia y Rusia.
Mencionó también los riesgos derivados de las mareas rojas, ejemplificándolas con los tres tipos de dinoflagelados que están produciendo toxinas en Galicia. Situó el primer episodio de mareas rojas en Galicia en el año 1974, identificada por efectos en Francia debido al consumo de marisco con toxinas procedentes de nuestras rías. Situó las dos épocas de afloramento de los dinoflagelados desde los fondos de la ría, en verano por los vientos en el noreste y en otoño por la desaparición de la termoclina de verano. También se refirió a las dos medidas para hacer frente a estas mareas rojas: cierre de polígonos cuando hay mareas rojas y vigilar constantemente los moluscos; dos maneras de evitar el daño sobre la salud mediante un coste económico.