La idea de cambio climático no siempre se maneja con el suficente rigor, lo que puede llevar a confundir cambios bruscos en el estado del tiempo atmosférico con cambios climáticos. El cambio climático ya no es un concepto que sólamente aparece en libros científicos o en publicaciones especializadas. El debate se trasladó a la calle, y ahora, además de hablar del tiempo atmosférico es fácil que tomando un refresco en el bar de la esquina, escuchemos a alguien de una mesa cercana comentar los nuevos datos que corroboran el cambio climático.
Pero, ¿sabemos realmente de lo que hablamos o sólo repetimos lo que escuchamos?. Sin dudas aceptamos la información que nos llega por diversos medios sin reflexionar mucho sobre la veracidad de la misma, de ahí la cantidad de confusiones.
Sólo hace falta escuchar los programas de noticias de la radio o de la televisión, para darnos cuenta de que utilizamos mal muchos términos. El caso del clima y del tiempo atmosférico son un buen ejemplo. Nos acostumbramos a escuchar frases como que "debido a las adversas condiciones climáticas no se pudo celebrar el partido de fútbol". El tiempo meteorológico se refiere al estado de la atmósfera en un momento determinado ("hoy llueve sin parar"), mientras que el clima es la suma de todos los estados del tiempo que se sucedieron en una región durante un período más o menos amplio.
Sin apartarnos de los medios de comunicación, vemos como las noticias relacionadas con el clima se tratan con un discurso alarmista o catastrofista. Cualquier fenómeno meteorológico como nevadas intensas, lluvias fuertes o olas de calor insoportable, son atribuidas con rapidez a un cambio climático debido a la mano del hombre. Pero no podemos olvidarnos de que existen causas naturales que influyen el las variaciones del clima.
La mayor parte de los científicos coinciden en que en los últimos años, la temperatura global del Planeta se está incrementando. Si bien podemos discutir el porcentaje de culpabilidad que tenemos los humanos en este proceso, a la comunidad científica no le cabe duda del aumento. De esta forma tendremos que cambiar muchas de las actuaciones que desde tiempos lejanos han sido perjudiciales y buscar nuevas vías de desarrollo sostenible para la vida en la Tierra.
Con los datos que nos proporcionan los científicos y los técnicos sobre el clima del siglo XX, se confirma que la temperatura global del Planeta aumentó, lo mismo que se constata un incremento de la frecuencia de ciertos fenómenos climáticos extremos y extraños como sequías en invierno, huracanes, el retroceso de los glaciares y la subida del nivel del mar.
Los datos que evidencian con más claridad el cambio climático se obtienen de las mediciones de las estaciones meteorológicas en un peridodo dilatado de tiempo.
La temperatura media de la superficie terrestre subió más de 0.6 ºC durante los últimos años del siglo XX. En España se elevó 1.5 º, más de 3 veces la media mundial, confirmando las previsiones según las cuales la Península Ibérica sería la parte más afectada de la Unión Europea por el cambio climático.
Estos datos de temperaturas medias confirman una tendencia al aumento de la temperatura media en la Tierra. Las variaciones asociadas a cambios climáticos se produjeron desde que la Tierra se consolidó como tal planeta. Las causas son varias y siguen funcionando actualmente, aunque hoy día, el hombre con su actividad está incidiendo en este proceso.
Además de estos datos de aumento de temperaturas medias, existen otras pruebas que evidencian el cambio climático.
La evidencias del calentamiento de la Tierra y de otros cambios en el sistema climático son ahora más claras y contundentes al cercionarnos de que las dos últimas décadas fueron las más cálidas del último milenio. A lo largo del siglo XX, además del aumento de la temperatura, se constató la disminución de la superficie helada del Ártico en un 15% en 50 años. También el nivel del mar ascendió 15 cm en el siglo pasado y se produjeron cambios en el régimen de precipitación de algunas regiones y aumentó la frecuencia e intensidad de algunos fenómenos como los que dan lugar a severos huracanes.
Por último, otra evidencia del cambio climático acorde con el aumento de la temperatura es que el nivel del mar ascendió por término medio entre 10 y 30 cm, durante el siglo XX, registrándose en la costa española, en el litoral cantábrico, medidas de unos 3.5 mm al año. En Galicia se manejan datos de A Coruña y de Vigo, que constatan un aumento algo inferior, con valores comprendidos entre 2 y 3 mm/año durante la segunda mitad del siglo XX.
El adelanto de la primavera biológica y el atraso de la llegada del invierno, de tal modo que el período de floración de muchas especies se adelantó 5 días por década en los últimos 50 años, y en las montañas la vegetación mediterránea parece desplazarse hacia altitudes mayores.
También están constatadas sequías más frecuentes y severas que suponen mayor riesgo de incedios. Para buscar una relación entre el aumento de la temperatura y el aumento de las sequías, se hicieron pruebas de ese calentamiento y de esa sequía, que constataron que unas especies están más afectadas que otras. Se constató la coincidencia entre estas especies más afectadas en los experimentos con las que están en regresión en los ecosistemas actuales. Las condiciones más cálidas y más áridas, junto con otros fenómenos relacionados con el Cambio Global como el aumento de la vegetación arbórea y arbustiva relacionado con el abandono de las tierras de cultivo, en asociación con la fuerte sequía estival, hacen que los ecosistemas de Galicia sean más propensos a los incendios.
También los restos de vegetales que vivieron en otras épocas evidencian el cambio climático. Los vegetales, más concretamente los troncos de árboles centenarios, y las hojas recogidas en herbarios, muestran la existencia de cambios en la atmósfera y en el clima. En los árboles con períodos de crecimiento vegetativo, cada anillo es el resultado del crecimiento a lo largo de un año. El grosor de los anillos y las condiciones hídricas ambientales están relacionados, así un anillo formado en una época de sequía presenta un grosor menor que otro que se formó en años de precipitaciones abundantes.
Por otra banda, el número de estomas por unidad de superficie (densidad estomática) disminuye con la adaptación a las condiciones cálidas y áridas, para evitar el exceso de evapotranspiración. Al existir menos estomas por unidad de superficie, la planta pierde menos agua por transpiración y afronta con más eficacia la sequía. Estudiando las variaciones en la densidad estomática de las mismas especies recogidas en herbarios de los últimos siglos, se encontró que el número de estomas de las mismas, se redujo en un 21%. El cambio climático aumenta el estrés hídrico de la vegetación, provocando la regresión de aquellas especies que ya viven al límite de sus posibilidades.
También existen evidencias en el registro geológico de cambios drásticos en el clima que se relacionan con los datos anteriores. Destacan por su proximidad las del Cuaternario que abarca los últimos 2 millones de años de la historia de nuestro planeta. En este período se sucedieron etapas de climas muy fríos, denominadas glaciaciones, y etapas donde el clima era más benigno, los períodos interglaciares. En las épocas frías los hielos cubrían un porcentaje muy elevado de la superficie terrestre y sus rastros podemos encontrarlos ahora estudiando el paisaje. Aunque actualmente en Galicia no existen glaciares, reconocemos evidencias en el relieve que nos indican su existencia en el pasado relacionándolos con un clima más frío. Unos buenos ejemplos los tenemos en las montañas que conforman las Sierras de Ancares, O Caurel, y el Macizo de Manzaneda, donde se distinguen formas debidas a la erosión glaciar (circos, valles, rocas aborregadas) o a depósitos de los mismos (morrenas).
Glaciar Bertrán (Campo de Hielo Patagónico Sur, Argentina). Los icebergs como los de la fotografía, son bloques de hielo desprendidos del frente de los glaciares, que flotan en el agua. El calentamiento global favorece la aparición de estos icebergs en los océanos con el consiguiente peligro para la navegación. Al estar compuesto casi exclusivamente por agua, el ojo humano puede apreciar el color azul reflejada por el hielo. |
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Las rocas aborregadas son el resultado de la acción erosiva del hielo glaciar en su proceso de avance. Estas rocas presentan una parte pulida por la abrasión del hielo al desplazarse sobre ellas, mientras que en el frente las formas son más irregulares debido al arranque de fragmentos de rocas. En áreas donde los glaciares desaparecieron, se puede deducir el sentido de desplazamiento del hielo. En Galicia encontramos ejemplos en las montañas de Lugo y Orense |
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Frente del glaciar Upsala (Patagonia, Argentina). El calentamiento global provoca una aceleración en la fusión de los hielos, haciendo retroceder el frente del glaciar y disminuyendo además el espesor de la lengua de hielo. Las morrenas laterales, ahora expuestas a la erosión, constituyen una evidencia del nivel mínimo alcanzado por el hielo en épocas pasadas. |
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El glaciarismo induce cambios en el nivel del mar que se traducen en lo que conocemos como transgresiones y regresiones marinas. Durante los períodos fríos el nivel del mar desciende, provocando una regresión debido a que un mayor volumen de agua se va a concentrar en los glaciares transformada en hielo
La aparición de playas fósiles o levantadas, como las localizadas en Area Longa y Cabo Silleiro, evidencian un nivel del mar más alto que el actual. A este ascenso del nivel del mar sobre el continente se denomina transgresión marina y pone de manifiesto un período de clima cálido.
Los sedimentos, ahora convertidos en potentes estratos de areniscas, de antiguos deltas jurásicos, conforman los acantilados de un extenso tramo de la costa de Villaviciosa en Asturias. La franja del litoral cantábrico, entre Gijón y Ribadesella, alberga el yacimiento más completo de huellas y restos óseos de dinosaurios y de otros reptiles del Jurásico, más importante de España.
Una consecuencia de estos fenómenos de oscilación del nivel del mar además de provocar el avance o el retroceso de la línea de costa, hace que los ríos entren en una dinámica de erosión/sedimentación desarrollando distintos niveles de aterrazamiento. Es necesario resaltar que en el perfil de un río, las terrazas que se encuentran más altas son más antiguas que las localizadas en niveles inferiores.
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1) Existió un importante descenso del nivel del mar (regresión), posiblemente por una glaciación. Esto provocó que el río tuviera que desembocar en cotas más bajas erosionando el terreno más antiguo (marrón oscuro).
2) Posteriormente el nivel del mar volvió a subir (transgresión), posiblemente por deshielo. Esto obligó al río a desembocar en cotas más altas cargándose más el nivel de agua, lo que frenó la corriente y favoreció la sedimentación de los materiales marrón claro, que se van a erosionar al iniciarse un nuevo descenso progresivo del nivel del mar.
3) Un descenso brusco del nivel del mar (regresión), posiblemente debido a una nueva glaciación, provocó una fuerte erosión al experimentar un importante descenso la cota de la desembocadura. Esta nueva etapa erosiva afectó a las dos capas de materiales representadas en la figura superior, formándose las dos terrazas en ambos lados del cauce con materiales diferentes, los más antiguos en la superior y los más recientes en la inferior.
4) Se produce un nuevo ascenso (transgresión) del nivel del mar, posiblemente por deshielo que subió la cota de la desembocadura lo que provocó el depósito de los sedimentos más claros y recientes. Estos se empezaron a erosionar con el inicio de un nuevo descenso lo que dará lugar a nuevas terrazas. Estas últimas serán por lo tanto, más recientes que las situadas en los niveles superiores.. |
Una forma de datar, es decir, de aproximarnos a la edad de estas playas fósiles y de las terrazas fluviales, es mediante el estudio del polen fosilizado, permitiendo además reconstruir la vegetación que existía en la zona.
Otros indicadores paleoclimáticos son los restos fosilizados de especies vegetales que se desarrollaron en un clima muy diferente al actual. En el yacimiento de las Gándaras de Budiño en Porriño (Pontevedra) aparecieron troncos fósiles de palmeras que indican la existencia de un clima tropical en la zona.
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El hallazgo de restos fosilizados de palmeras (Nipadites burtinii) en la cuenca terciaria de Budiño (Pontevedra) así como la aparición de suelos enrojecidos, son indicadores de un clima tropical en la zona en tiempos pasados. Los fósiles tanto de animales como de vegetales, junto con el estudio de los sedimentos y rocas que los contienen, permiten la reconstrucción del paisaje de la época.
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